EL REPAGO QUE NOS VIENE

Publicado en El Plural el 12 de abril de 2012

Muchos de mis compañeros de trabajo están tan contentos, ellos y ellas, de que ahora el PP diga que pretende imponer el copago (repago más bien) a las rentas más altas. Dicen que es justo y que así se evita que los que no pueden pagar terminen pagando. Claro que es justo que los que más tienen paguen más, pero no sólo de la sanidad, sino más de todo.

Lo que ocurre es que la manera de hacer eso es mediante impuestos, un instrumento tan demonizado por los dos grandes partidos y durante tanto tiempo que ahora su correcta utilización como distribuidor de rentas provoca rechazo en lugar de las adhesiones que deberían ser . Lo perverso de vincular la renta al pago directo de ciertos servicios y derechos, como la sanidad o la educación, es que no sirve para lo que se dice que sirve y, por el contrario, es una bomba en la línea de flotación de estos derechos.

Con esa medida no se va a conseguir aumentar significativamente el dinero destinado a estos servicios básicos, pero sí que se va a conseguir lo que en realidad se pretende, que dejen de ser derechos incuestionables y universales. Para empezar porque si lo que hace que se pague o se deje de pagar es  la renta, ya sabemos que eso quiere decir renta controlable, es decir, la de las personas que tenemos una nómina y que somos quienes finalmente pagamos por todo, siendo que no somos, ni de lejos, las personas que tenemos dinero, es decir, los ricos de verdad. Así que de nuevo el esfuerzo recae sobre las clases medias cada vez con menor capacidad de gasto y más empobrecidas.  

Pero es que, además, si se obliga a pagar dos veces por los servicios públicos lo que ocurrirá es que los que tienen que pagar dos veces por una sanidad o una educación, cada vez de peor calidad por los recortes, preferirán hacerse un seguro privado. Así que ese dinero no irá tampoco a la financiación de la sanidad o la educación. Esta huida de las clases medias de lo público hará más fácil empeorar la calidad de cualquier servicio sin que este empeoramiento genere tanta protesta. Finalmente estos derechos básicos se convertirán en servicios para pobres, en beneficencia pura.  

No se trata de una operación económica mejor o peor planteada, sino de una operación ideológica coherente con la ofensiva contra lo público emprendida por el Partido Popular desde que llegó al poder.  La única razón que existe para acabar con una buena y eficiente (también barata, a pesar de todo) sanidad y educación pública es ideológica: abrir ese inmenso nicho de negocio para que se enriquezcan unos cuantos; desprestigiar los servicios públicos de calidad de manera que la gente deje de confiar en que el estado es mejor gestor que la empresa privada; señalar que una cosa son servicios de beneficencia que pueda prestar el estado a los más pobres y otra cosa muy distinta  -e inexistente desde su punto de vista- son los derechos sociales y económicos que todos y todas tenemos.

Para ellos no existe el derecho a recibir una sanidad o una educación pública de calidad, gratuita y universal. Eso tiene, como todo, un precio y el que quiera (y pueda) que lo pague y los demás…que se conformen con lo que haya o se mueran que, además, es lo mejor que pueden ir haciendo según el FMI. Esto es lo que esconde el repago que nos viene, a no ser que lo paremos.


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