Publicado en El Plural el 9 de noviembre de 2011
Un día se me ocurrió escribir un post sobre la lactancia para la revista Píkara Magazine y se lío buena. Le puse un título provocador: «Estoy en contra de la lactancia materna», aunque después explicaba que el título era eso, una provocación y que no podía sino estar a favor de la elección de las madres. Aunque sabía de la existencia de un poderoso lobby prolactancia, muy organizado, porque yo lo viví en primera persona y después de mí amigas y conocidas, lo que no podía saber, porque no me he ocupado del tema en los últimos tiempos, es hasta donde han llegado las cosas y lo peligrosas que se han vuelto. Que el asunto es importante lo demuestra el hecho de que ese post ha sido el más leído y el más comentado aquí, en este blog, y uno de los que más comentarios ha recibido en la revista Píkara. Pero no fue sólo eso, sino que las consecuencias de lo escrito han llegado mucho más allá de la pantalla del ordenador.
Me pasó lo que no me había pasado nunca, que alguna gente me abordó por la calle e incluso en mi oficina me lo comentaron. Escuché a mujeres que me hablaron con educación y estuve dispuesta a creer sus historias, que ellas también se sintieron mal por no haber podido dar de mamar etc. Pero las cosas se desmandaron y ahora vuelvo a la carga porque me di cuenta de que he dado con un tema fundamental que merece un estudio más profundo, cosa que no voy a hacer aquí. Pero sí que quiero dejar constancia de lo que pienso. Voy a decir sólo una vez que sigo respetando la libertad de que cada mujer haga con su cuerpo lo que le parezca mejor, incluido dar de mamar; que dar de mamar es una opción que no admite discusión, igual que no hacerlo. Dicho esto, entre una y otra postura hay diferencias. Existe un poderoso lobby prolactancia, relacionado con el neomachismo, organizado y muy poderoso. Ese lobby prolactancia neomachista es también antiaborto y su objetivo es devolver a las mujeres a sus papeles tradicionales de madre y esposa y, aunque no siempre lo admiten y se escudan en un falso feminismo «a favor de las mujeres», en realidad lo que defienden es la familia patriarcal y el tradicional papel del hombre dentro de ella. Ese es el origen de ese looby nacido en EE.UU alrededor de la «liga de la leche» y relacionado con el Tea party. Esto es así y existe mucha bibliografía sobre el tema, aunque supongo que hay muchas mujeres que trabajan en estos grupos de buena fe y que no son en absoluto ideológicamente cercanas a esta postura.
Si leemos los comentarios a mi post en Píkara (los comentarios insultantes en este blog no los he publicado), vemos que para ellos (muchos son hombres) éste es un tema fundamental y que lo defienden como hacen los fascistas: insultando y amenazando y, sobre todo, haciendo referencia a virtudes femeninas esenciales que al parecer las que eligen no dar de mamar no tenemos, por lo que no somos ni mujeres, ni madres, ni seres humanos que merezcamos la pena. Los comentarios a favor de la postura pro libertad son moderados y normales, no insultan ni amenazan, luego hay diferencia entre quienes defienden una postura y otra: una es una postura fundamentalista y la otra es una postura pro libertad de elección. Una es una postura que busca hacer proselitismo y que lo hace mediante la amenaza, la coacción, y el desprecio de la postura contraria; se sienten en posesión de la verdad absoluta y lo expresan en donde pueden. En cambio, los correos favorables a mi postura los he recibido en privado, no en público, luego hay temor de defenderla. Y sobre todo, hay temor profesional. Me han escrito médicos, médicas y enfermeras que dicen que jamás podrían decir algo así en público. Cualquier postura que no atienda o defienda la libertad de las mujeres y que pretenda saber mejor que ellas mismas que es lo que nos conviene a todas es fascista. En los hospitales, en las consultas médicas, no sólo te obligan a «optar» por la lactancia, quieras o no, sino que está prohibidio decir nada que parezca favorable a la libertad de elegir. Una matrona me comenta que ella sabe que se está obligando a las madres a dar de mamar aunque no quieran y que esta postura provoca en muchas de ellas depresiones postparto debido a que se obliga a muchas mujeres a pasar por una experiencia que les es desagradable o dolorosa; me dice que si alguien la escuchara decirle a un madre que tiene la opción de dar el biberón a su hijo podrían despedirla.
Un médico me comenta que los hospitales están tomados por místicas de la lactancia que «levitan» (según palabras del médico) cuando hablan de estos temas; me comenta que entran en las habitaciones y que no se está respetando ni el derecho de las mujeres a decidir ni tampoco se está respetando la posibilidad de que ellos/ellas informen adecuadamente: esto es, que no pasa nada por no dar de mamar; que se trata de una opción. Dos compañeros de mi trabajo, padres recientes, se acercaron a mí para decirme que sus mujeres (madres de dos y tres niños respectivamente) ya saben que hay que «prometer» que sí, que van a dar de mamar para que las dejen salir del hospital tranquilas y que lo único que querían es salir cuanto para pasarse al bebirón en cuanto llegaran a casa. Uno de ellos me comentó que su mujer pasó una depresión terrible en su primer parto al tener que dar de mamar obligatoriamente. Una ginecóloga me escibe diciendo que lo único comprobado científicamente es que en los países desarrollados los niños que no han mamado pueden ser más susceptibles a las alergias pero que mucha más alergia provoca la contaminación y nadie hace nada respecto a eso.
Y me dice que los supuestos beneficios de dar de mamar en estos países quedan con mucho opacados con los perjuicios que puede ocasionar si se hace sin desearlo: depresión, dolor, angustia, malestar etc. Las prolactancia, con buena o con mala fe, son fundamentalistas. Convencidas de las bondades de la lactancia han olvidado las bondades de la libertad, de la libre elección. La libertad de elección, si fuera real, no necesitaría de fundamentalistas, ni de lobbys de presión, ni de grupos que trataran de convencer a aquellas que tienen una postura sobre el tema de que la cambien. En el mejor de los casos, incluso en el caso de mujeres bienintencionadas los grupos prolactancia no tienen en cuenta nunca las consecuencias laborales, sociales y finalmente personales, que la lactancia prolongada puede tener para la mujer en cuestión y de paso para todas las mujeres. Estos fundamentalistas de un supuesto bienestar del bebé no contemplan en absoluto las consecuencias de presionar a favor de «elecciones» que pueden tener graves consecuencias en esas mismas mujeres. No contemplan el contexto, ni la situación laboral, personal o social de estas mujeres, como si la lactancia de por sí, aislada de todo, fuera siempre la mejor opción para todas. No indagan cómo está esa mujer en su trabajo, con su pareja, en su familia, cómo está su estado de ánimo, cómo se siente respecto a su reciente maternidad, qué consecuencias va a tener esta en su vida presente y futura. Lactancia porque sí, siempre y en todo momento. Lo que pase un mes, un año, dos o cinco años después con esta mujer a estos grupos ya no les importa. La pobreza, la miseria más bien, se está extendiendo entre las mujeres, las viudas, olvidadas, invisibles, cobran pensiones de miseria y con ellas tienen que sobrevivir los últimos años de sus vidas; el mercado laboral sigue discriminando a las mujeres y no fomenta el acceso al mismo en igualdad entre hombres y mujeres; la crisis lo está haciendo aun peor y el futuro se presenta muy dificil para las mujeres en términos de autonomía económica.Los hombres no se están incorporando a las tareas domésticas o de cuidado en igualdad. El neomachismo está organizado y todo indica que va a haber una enorme presión en los próximos años para que las mujeres «vuelvan» a ocupar sus lugares tradicionales.
No nos hacen falta ayudas para naturalizar a las mujeres, las recibimos por todas partes. Lo que hace falta es explicar a las mujeres las consecuencias catastróficas que pueden tener para ellas (y para sus hijos) no ser económicamente independientes. Y tampoco hace falta que nadie nos diga que si no damos de mamar somos malas madres. Las mujeres no somos sólo madres, muchas no son madres porque así lo han elegido, otras muchas sí son madres pero no quieren serlo a tiempo completo, otras lo son a tiempo completo pero, simplemente, no quieren dar de mamar. El cuerpo de una mujer sólo le pertenece a ella y sólo ella decide que uso quiere darle, dar de mamar es una opción que no puede imponerse como se está haciendo. Si bien nadie puede estar en contra de la lactancia cuando esta es una opción, sí que creo que es necesaria una reacción contra los lobbys prolactancia, contra cualquier idea naturalizante del papel de las mujeres, contra cualquier fundamentalismo acerca de los roles de género, contra el fascismo que destilan todos esos comentarios que sólo buscan identificar mujer con madre y madre no lactante con mala madre. Todo este asunto de la lactancia materna, al que antes no prestaba atención, me ha convertido en una furibunda anti lobbys prolactancia.
Ah…y por eso no voy a colgar ningún comentario a favor de la lactancia. Los insultos fascistas dirigidos a mi por estos individuos e individuas no merecen siquiera la posibilidad de un debate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario