Publicado en INFOLIBRE el 22 de junio de 2025
Por Sabela Rodriguez
A Beatriz Gimeno (Madrid, 1962) ni siquiera su paso por las
instituciones le ha hecho ceder a la desafección. A pesar del desgaste
personal, y aun reconociendo los límites para desarrollar un proyecto
transformador en un espacio pensado para que nada cambie, mantiene intacta la
confianza. Lo dice ahora desde un segundo plano, asomada desde la trinchera de
la política de calle, donde el altavoz tiene menos decibelios pero sostenerlo
es más soportable.
La escritora, exdiputada de Podemos, exdirectora del
Instituto de las Mujeres y columnista de infoLibre recibe a este medio en el
corazón de Madrid, con un nuevo libro sobre la mesa: Alegato contra la
prostitución. Razón y emoción (Catarata, 2025). La obra tiene el don de la
oportunidad, en un momento político marcado por el consumo de prostitución en
las filas de un partido que se dice abolicionista y con el enésimo intento en
el horizonte de legislar en torno a una cuestión que se ha resistido a aterrizar
en el tablero político con propuestas realistas.
¿Cómo asiste a esa aparente contradicción de los partidos
progresistas que se dicen abolicionistas, pero que cada cierto tiempo se ven
envueltos en escándalos relacionados con el consumo de la prostitución? ¿Es
realmente una contradicción o los puteros están siendo coherentes en tanto que
son hombres machistas?
Están siendo coherentes, no solo respecto a la prostitución,
sino con todo. Hay una aceptación pasiva en general con lo que significa ser
putero, pero también hay que tener en cuenta la manera en la que los hombres
ascienden dentro de los partidos, con complicidades masculinas, esos pactos
entre varones que denuncia el feminismo, que muchas veces están basados en el
consumo de prostitución, pero no sólo: también en los chistes sexuales y en los
comentarios sobre las mujeres. Es decir, en situarse en posiciones de poder
patriarcal. Eso ayuda a ascender en un partido. No ayuda que si te cuentan un
chiste machista, tú digas 'yo eso, compañero, no lo acepto'. Eso no ayuda, así
no vas a ascender en un partido ni en una empresa. Es todo un edificio de
complicidades masculinas machistas que en los partidos está muy aceptado y
donde podemos encontrar un vínculo con la prostitución.
Y, sin embargo, ante estos escándalos, las grandes señaladas
son muchas veces las compañeras. Algo así como 'a ver ahora dónde están las
feministas para dar la cara'.
Claro. Dónde están las feministas… pues las has echado
antes. Si ahora te fijas en dónde están las feministas que estaban en el
Partido Socialista, como Adriana Lastra o Andrea Fernández, las han ido
apartando. Forma parte de la facilidad con que estos hombres tejen
complicidades que van expulsando a las mujeres, especialmente a las feministas.
En su último artículo en infoLibre lamenta no haber incluido
un capítulo en el libro sobre los vínculos entre ser putero y ser corrupto.
La prostitución es una especie de corrupción social. En el
libro sí explico de qué manera la prostitución expande una cierta corrupción, o
contaminación, sobre la igualdad. Eso hay que tenerlo claro: la prostitución
afecta a la igualdad entre hombres y mujeres. Hay una intuición general que
todos podemos tener sólo viendo cómo muchas de las complicidades mencionadas se
firman en contextos de prostitución.
En el debate de la prostitución rara vez se pone el foco en
los puteros. ¿Por qué?
Porque no les conviene. No les conviene a ellos ni en
general a la sociedad patriarcal, pero hay muchos más puteros de los que
pensamos. Y cada vez son más porque hay muchos jóvenes que se incorporan y
porque a muchos les gustaría hacerlo, o al menos les comprenden, hay esa
complicidad.
Y cuando se sitúa el foco en ellos, vemos que no es cosa de
ricos o pobres, ni de hombres de derechas o izquierdas… es un privilegio
universal masculino.
Sí, lo es, no admite discusión. Hay prostitución en las
zonas más pobres del mundo que te puedas imaginar. En una mina en Sudáfrica en
condiciones horribles. Muchas veces la propia empresa pone prostíbulos porque
también es un estabilizador social. Está documentado que en el contexto de
revueltas populares o laborales lo que se ha hecho es poner prostíbulos y
llevar mujeres. En la Segunda Guerra Mundial tenemos a las esclavas sexuales
asiáticas y en cualquier guerra hay prisioneras. Poner mujeres a disposición de
los hombres es una herramienta del poder para calmar ánimos. Es un privilegio
interclasista, universal, lo único que hace falta es ser hombre para poder
acceder a la prostitución. La prostitución es un privilegio interclasista y universal,
lo único que hace falta es ser hombre para poder acceder
Cuando habla de las alternativas regulacionistas, señala que
la prostitución se normalizaría, ir de putas comenzaría a ser una práctica
legítima de ocio y también un espacio masculino para hacer negocios. ¿No lo es
ya?
Sí, lo es. Pero creo que lo sería más, estaría más
legitimada. Por lo menos ahora se forma un escándalo. Si fuera legal dirían:
'yo voy donde quiero, es legítimo'. Yo creo que el problema de la prostitución
es su normalización social. Las abolicionistas con lo que tenemos que batallar
es con esa normalización, más allá de las leyes, porque realmente acabar con la
prostitución no va ocurrir con una ley. Tenemos que tenerlo claro. El objetivo
es señalar qué es la prostitución, para qué sirve, qué está haciendo en nuestra
sociedad, cómo afecta a la idea de igualdad. Y, en ese contexto, luchar contra
esa normalización. En cuanto a la regulación, se pueden encontrar ejemplos de
aquellos lugares donde está regulada sobre cómo se normaliza la desigualdad.
Son países menos feministas, donde el feminismo está menos presente. Acabar con la prostitución no va a ser posible sólo con una
ley
A lo largo del libro insiste en la prostitución no como
trabajo, sino como institución social.
Sí. Las feministas hemos definido como instituciones incluso
cosas muy difíciles de entender, como el amor romántico. Y sin embargo, lo
aceptamos: el amor romántico es una institución y desde luego también lo son el
matrimonio y la familia. La prostitución sirve para poner a unas mujeres en un
lado y a otras en otro. Es una institución fundante del patriarcado junto con
el matrimonio, que es su otra cara en origen. No creo que eso admita mucha duda
y, como tal, es a lo que hay que enfrentarse. Me parece sorprendente que haya
feministas que critiquen mucho la familia, con todo su derecho, sin necesidad
de preguntarse si la gente que es parte de esa institución quiere o no formar
familias. Con la prostitución sucede lo contrario: cuando se pretende estudiar la
institución prostitucional siempre hay voces que apelan a la voluntad de las
mujeres para decidir entrar en ella.
Precisamente en el libro es partidaria de superar los
argumentos que apelan únicamente a las decisiones individuales de las mujeres,
cosa que no se hace, por ejemplo, cuando se critica el matrimonio o los cánones
estéticos.
Tenemos bastantes libros de feministas que han cuestionado
la institución matrimonial y nadie ha dicho: 'bueno, es que la gente se casa
porque quiere, ¿has preguntado a la gente si quiere casarse?'. Y en este caso
sí. Es legítimo, desde luego, pero no se plantea en otras cuestiones. Yo lo que
me empeño siempre es en observar qué significa la institución prostitucional
como [sí] se hace con otras instituciones, qué significa para el machismo, para
el patriarcado, para las mujeres y para los hombres.
"Si algunas personas eligen explotación antes que
desempleo es porque el capitalismo obliga a elegir entre esta y el
hambre", afirma en su libro. Esto ocurre con la prostitución, donde muchas
mujeres vienen de haber pasado primero por trabajos precarios como el empleo
doméstico. Aunque el objetivo sea la abolición, ¿qué hacemos con él mientras
tanto?
Lo primero, yo soy partidaria de abolir el trabajo
doméstico. Y muchas trabajadoras domésticas también, igual que muchas putas son
abolicionistas. ¿Qué pasa con el mientras tanto? Esa es la gran pregunta y es
muy necesaria. Ese mientras tanto tiene que venir con políticas reales y con
presupuestos. Requiere un debate importante, donde se piensen las alternativas
reales, hablar con los sectores implicados y acometer reformas de calado, por
ejemplo en la ley de extranjería. Pero tampoco nos puede paralizar el mientras
tanto, porque eso sólo ocurre cuando hablamos de prostitución. Yo lo comparo
con el caso de las minas. Los mineros quieren seguir siendo mineros, se ganan
la vida con eso y tienen todo el derecho a que se les ofrezcan alternativas.
Pero las minas hay que cerrarlas. Pues esto es parecido. El mientras tanto no
nos puede paralizar, pero también tiene que ser objeto de discusión y
negociación política. En ocasiones el abolicionismo cree que le basta con
declararse como abolicionista. Eso me parece una excusa, olvidarte del mientras
tanto.
Plantea la prostitución como espacio en el que está
permitido volcar todo el resentimiento masculino contra las mujeres,
especialmente en un momento en el que sí se han ido consiguiendo derechos
formales. ¿Es la prostitución un dique de contención a los avances feministas?
Yo creo que sí. No lo ha sido siempre, porque antes no había
igualdad formal. Uno de los problemas que tenemos con la prostitución es que no
la historizamos en nuestro día a día, cuando la abordamos. A veces tenemos una
idea muy ahistórica de la institución. Begoña Pernas tiene un artículo, no se
refiere explícitamente a la prostitución, pero habla de esos espacios de recreo
del machismo. Cuando los hombres están presionados, entre comillas, por el
feminismo, entonces usan espacios de recreo a los que van a dar un paseo para
ser machistas y luego volver a ser aceptablemente igualitarios. En ese sentido
la prostitución proporciona un alivio, para tener un espacio donde compartir
entre ellos ese machismo, reconocerse y continuar reafirmando una identidad que
se resisten a abandonar. La prostitución proporciona un alivio a los hombres, un
espacio donde compartir el machismo, reconocerse y continuar reafirmando una
identidad que se resisten a abandonar
Si desde el abolicionismo se habla de consentimiento
viciado, ¿cómo podrán las prostitutas denunciar violencia sexual?
Yo sí creo que existe consentimiento, aunque en parte esté
viciado. Y por eso la cuestión de la prostitución no puede centrarse
exclusivamente en el consentimiento. Es verdad que una parte del abolicionismo
dice que no hay consentimiento, pero si no lo hubiese no podrían denunciar
violencia sexual. Las prostitutas pueden sufrir una violación y tienen que
tener la posibilidad de denunciarlo. Algo de consentimiento hay que dar por
otorgado. Por otro lado, no es muy distinto a lo que ocurre con todo en el capitalismo.
También está viciado un contrato que firmas por 800 euros y 12 horas al día.
Algo de consentimiento hay, porque si no meterían en la cárcel al empresario,
pero podemos considerar que está viciado por las condiciones estructurales del
capitalismo. Pero eso no quita validez a la crítica a la institución, por tanto
creo que no debemos centrarnos tanto en el consentimiento, como muchas veces
ocurre.
De hecho también señala que, dentro del ecosistema
patriarcal, otorgar consentimiento siempre es más sencillo que negarlo.
Es que lo sabemos y aplica a todo. Las mujeres también se
casan porque quieren, incluso en contextos de mucha desigualdad. Algunas
mujeres incluso aguantan mucha violencia, entre comillas, voluntariamente. El
problema de la prostitución es que las oportunidades que tienen las mujeres
para prostituirse son muchas. Eso es lo injusto, no tanto que estén ahí y sea
peor o mejor. El problema es la injusticia que se construye alrededor de que
eso sólo les ocurre a las mujeres. Y no sólo cuando hay un intercambio monetario,
hay muchas maneras de sobrevivir de tu cuerpo, de ofrecer acceso a tu cuerpo:
desde matrimonios que no te apetecen, hasta relaciones sexuales de las que en
otras circunstancias pasarías. Eso nos sucede a nosotras, no a ellos. Por qué
esa oportunidad, o desgracia, sólo nos ocurre a nosotras es lo que configura un
sistema de desigualdad.
"Aboliremos la prostitución esta legislatura".
¿Qué le parecen este tipo de lemas?
Creo que es necesario legislar, pero no sólo con una ley que
diga 'voy a acabar con la prostitución'. La abolición tiene que ver con la
educación en feminismo y con las relaciones entre chicos y chicas en los
institutos, para empezar. Si sólo nos quedamos en la ley, no va a ocurrir nada.
Sí pienso que una buena ley puede servir para educar, para legitimar
socialmente determinadas posturas. También hay que ver cómo se plantea y cómo
va el debate. Pero está bien decir que la sociedad no admite esta forma de desigualdad,
que vamos a luchar para que las mujeres no tengan que verse ante estas opciones
y que los hombres entiendan que no pueden relacionarse así, desde la
desigualdad. Para eso también sirven las leyes. La abolición tiene que ver con la educación en feminismo y
con las relaciones entre chicos y chicas en los institutos
¿Por qué es tan difícil desarrollar iniciativas políticas
que tengan que ver con el abordaje de la prostitución?
Una parte de la izquierda se niega a abordar este debate
desde posturas críticas. Yo creo que esa es la cuestión. Hay otras cuestiones
que la izquierda tiene claras y donde no hay mucho debate. Pero una parte de la
izquierda ha asumido posturas pro prostitución y eso lo enfanga todo. Estos
días me sorprende ver a gente que mantiene posturas a favor de la regulación y
tachan de asqueroso cómo hablan de las mujeres los implicados en el caso Koldo.
Pero, ¿cómo te crees que van a hablar de las mujeres? La prostitución es eso.
Hay una especie de separación entre cómo ves a los puteros y cómo ves la
institución de la prostitución. Pero la prostitución es eso: cómo hablan ellos,
cómo las tratan, cómo las viven, cómo se relacionan con ellas y cómo ven a las
mujeres en prostitución, que en el fondo es cómo ven a las mujeres. Sabemos que
las mujeres están en prostitución por dinero, pero ¿ellos por qué acuden a la
prostitución? Porque quieren experimentar desigualdad. No me cabe en la cabeza
que una parte de la izquierda no lo vea así.
En el PSOE se ha planteado, como medida interna, la
expulsión de los puteros. ¿Cree que este tipo de medidas pueden prosperar?
Lo veo difícil, pero no me parece mal. No tengo ninguna
solidaridad con los puteros, por mí que los expulsen. Pero hay gente condenada
o imputada por violencia machista y no se les está expulsando, hay unas
resistencias enormes. Me parece difícil.
Más allá del plano político, ¿percibe que ha habido un
avance social en el debate sobre la prostitución?
Creo que ha habido un avance desde mi época juvenil, donde
no podías ser abolicionista sin ser considerada casi del Opus. Realmente
teníamos muchísimas dificultades, y la prostitución siempre era considerada
transgresora. El avance ha tenido que ver con abordarla como una institución
social, patriarcal, concentrarse mucho en los puteros y eso es un avance, cada
vez se entiende más como esa institución que fortalece la desigualdad. A partir
de la cuarta ola se avanzó porque empezó a abordarse la violencia sexual desde
un punto de vista estructural. Cuando yo era joven casi no había chicas jóvenes
en el abolicionismo, ahora hay muchas.
¿Y qué sucede dentro del feminismo? Se asocia el debate de
la prostitución –junto al de los derechos de las personas trans– a la división
dentro del movimiento feminista.
A raíz de los debates con la ley trans, yo regresé a los
debates de los años setenta. Se nos olvida, pero eran debates brutales también.
El feminismo tiene que ver con la humanidad. Estamos hablando de cinco mil
millones de mujeres de distintas clases sociales, razas, culturas, países… es
imposible que no haya debates profundos. También pasa en la izquierda, siempre
ha pasado, históricamente. En el fondo hay una mirada un poco patriarcal en esa
crítica sobre la división: 'mira las feministas qué malas son, que no se
entienden'.
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