QUE LES ECHEN DE UNA VEZ

Publicado en El Obrero

Como aficionada al futbol, como forofa casi, he disfrutado del Mundial y me he emocionado con la victoria de la Roja. Me he emocionado, como me ocurre siempre que veo futbol, y como feminista un poco más porque el futbol femenino es más que futbol, y lo será por un tiempo. Porque, como decía Ana Requena en este artículo el futbol ha sido durante demasiado tiempo un reducto del machismo más casposo y de comportamientos que no son ya admisibles en ningún otro ámbito. El futbol es eso a lo que juegan prácticamente todos los niños del planeta en los colegios. Y esa unanimidad sirve al mismo tiempo para excluir y señalar a otros niños que no cumplen con los estándares de la masculinidad y, por supuesto, a las niñas. Es difícil que si un niño juega bien al futbol sea señalado y acosado, y es muy fácil que lo sea si falla en esa prueba. Pero las niñas son siempre previamente excluidas de ese espacio, aunque deseen estar dentro, aunque quieran jugar e incluso aunque jueguen. Y cuando las mujeres se acercan al fútbol desde otros lugares, ya sea como aficionadas, como técnicas o como árbitras, por ejemplo, van a sufrir discriminación, bromas, acoso o insultos. El futbol es la prueba del algodón del machismo.

Y lo ha sido en la carrera de estas futbolistas que el domingo ganaron el Mundial. Como directora del Instituto de las Mujeres tuve relación con la huelga de las futbolistas y sus reivindicaciones, nos reunimos con la federación y tratamos de mediar y presionar para conseguir la profesionalización justa a la que aspiraban las futbolistas. El desinterés que las autoridades deportivas de este país han mostrado por el futbol femenino se ha producido en todos los ámbitos y hasta ayer mismo. La reina puede ir a esta final y dar saltos, pero ya antes muchas habíamos reclamado que acudiera a la final de la copa de la Reina, sin que se haya dignado. Y cuando 15 futbolistas reclamaron mejoras para su situación y el cese de Vilda, nadie las hizo ni caso. Cabe preguntarse qué hubiera pasado si los astros masculinos se hubieran puesto en contra de su entrenador. ¿Se hubiera impuesto su continuidad contra la opinión del vestuario? Estoy segura de que no. Pero a ellas no se les concede la misma autoridad que a ellos. En el caso de las mujeres siempre hay autoridades masculinas por encima. Cuando los futbolistas masculinos ganaron el Mundial los protagonistas fueron ellos, sin duda. Cuando han ganado ellas, parece que la figura del entrenador o del presidente de la federación se hacen casi tan grandes como ellas. Por eso este triunfo es maravilloso, porque es un punto de inflexión que ya tocaba.

Pero las estructuras del fútbol han demostrado seguir ancladas en ese otro tiempo que ya es pasado. Y muy rancio, además. Después del bochorno mundial que ha provocado el comportamiento de Rubiales, y el asco, y la indignación. El cuerpo de las mujeres, nuestro cuerpo, nuestro espacio físico, no se toca si no hay consentimiento expreso. Afortunadamente, hemos convertido la transgresión de ese espacio sin consentimiento en un delito penal.

Si el triunfo de las jugadoras españolas es algo más que fútbol, el comportamiento de sus directivos es también algo más: es machismo del que ya no es admisible. Son hombres acostumbrados a un mundo que hasta ahora parecía regirse por otras reglas y otros sobrentendidos. Son hombres que no se han enterado de los cambios que hemos impulsado en el mundo, en nuestras vidas y en las reglas por las que nos regimos hombres y mujeres. Son hombres que no pueden estar al frente de un equipo de mujeres, ni de nada. Alguien debería echarles a todos para que el futbol femenino brille como se merece. Se lo merecen ellas, se lo merece el fútbol, nos lo merecemos todas.


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