Publicado en El Plural el 24 de febrero de 2013
Ella venía de la LCR y estaba en el PST. Yo había intentado entrar en la LCR pero no me admitieron. Ahora lo cuento como un chiste, entonces fue un drama para mí. No me admitieron porque me hicieron una especie de examen y no debí acertar ni una sola pregunta. Yo no sabía mucho de política, lo básico. Y en realidad me impliqué en la huelga estudiantil de aquel año -como muchos de mis compañeros y compañeras- porque en mi instituto no teníamos calefacción y el frío era insoportable. Sólo muy vagamente era capaz de diferenciar el trotskismo del estalinismo. Conocí a Yolanda en uno de nuestros innumerables encierros estudiantiles de aquel año. Las noches se hacían largas y en una de ellas, cuando supe que venía de la Liga, le conté mi «suspenso». Ella me dio entonces lo que podríamos considerar unas clases teóricas sobre el asunto.
Lo cierto es que yo estaba jugando. Era una adolescente que se estaba rebelando contra sus padres y que pensaba que estar allí era algo divertido y excitante. Sólo que una noche la foto de mi compañera en la Coordinadora apareció en el telediario porque había desaparecido y poco después lo que aparecía era la foto de su cadáver. Y de repente, me hice adulta y entendí que aquello no era un juego. Desde ese día todo cambió y los encierros, las manifestaciones, el activismo se convirtieron en algo serio. Se podía morir, te podían matar; y de hecho mataron a gente en la transición, no fue tan pacífica como nos quieren siempre hacer creer. A Arturo Ruiz, Mari Luz Nágera, Yolanda, Jose Luis Montañez Gil, Emilio Martinez Menéndez los recuerdo porque eran jóvenes y estudiantes, como yo, como Yolanda.
A Yolanda la mató un grupo de Fuerza Nueva, a los demás los mató la policía. Ahora, 33 años después, el asesino asesora a la policía. Ahora la gente está otra vez en la calle y los que entonces mandaban a la policía están sentados en el Parlamento, están bien jubilados, están en altos cargos institucionales o han muertos rodeados de honores y reconocimiento público. Ayer los que salimos a la calle fuimos tachados por un cachorro de los fascistas de «golpistas». Mierda.
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