Publicado en el Plural el 17 de enero de 2011
La anatomía no es un destino, dijo Simone de Beauvoir y las feministas la creímos y enarbolamos esa frase como bandera. Pero al parecer muchas feministas no acabamos de estar seguras de lo que significa abrazar de verdad esa frase que es más que una frase, que es una declaración de principios ante la vida. La anatomía no es un destino…hasta cierto punto, parece que sería la declaración que abrazarían más bien algunas feministas.
El desinterés del feminismo tradicional por las mujeres transexuales es desalentador, cuando no ofensivo. A veces me he encontrado en reuniones, asambleas, congresos de mujeres en los que se sigue discutiendo si las mujeres transexuales pueden entrar; a veces pueden entrar pero no son bienvenidas. Pero en todo caso lo que hay es una clamorosa falta de interés del feminismo tradicional por la suerte de estas mujeres. Existe una nula solidaridad feminista ante las discriminaciones que padecen estas personas por ser transexuales, sí, pero por ser mujeres transexuales especialmente, puesto que los hombres trans no padecen ni de lejos la misma discriminación. Y por ser mujeres transexuales precisamente se dedican a la prostitución, los hombres transexuales no lo hacen.
Según un reciente estudio más del 80% de las mujeres transexuales en España tiene la prostitución como única salida laboral. Pero las feministas que se manifiestan repetidamente en contra de la prostitución no suelen pedir a los organismos de igualdad que se incluya a las mujeres transexuales en los planes de igualdad, en los planes contra la marginación social; yo no las veo exigiendo políticas concretas que ayuden a combatir el hecho de que las mujeres transexuales o se dedican a la prostitución o no comen.
La prostitución no es algo abstracto que vuele en el aire. Mi posición ante la prostitución es inequívocamente contraria a la misma, a su regulación o cualquier forma de legitimación, porque la existencia de la prostitución es incompatible con la igualdad, y es un freno a la misma. Pero tampoco me identifico con las posturas abolicionistas tradicionales. No se puede estar en contra de la prostitución desde el feminismo si no se está a favor de las mujeres que se prostituyen: inmigrantes, pobres, transexuales, pero de verdad, más allá de declaraciones de principios vacías. Estar a favor de estas mujeres es estar claramente en contra de que se usen las leyes antiprostitución como leyes antiinmigración, es estar radicalmente en contra de que las leyes antiprostitución se usen tantas veces para, en realidad, “limpiar” la calle de la presencia visible de mujeres pobres e inmigrantes; es trabajar activamente para que las mujeres transexuales sean tratadas como las demás mujeres y tengan, al menos, las mismas oportunidades.
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