Publicado en El Plural el 8 de septiembre de 2011
Alfonso Guerra sí acudió a la tradicional fiesta de Rodiezmo con la que se abre antes el curso político y a la que antes acudían representantes del gobierno cuando tenían algo de izquierdas que decirles a los trabajadores. Ahora que ya no queda nada de ese discurso ya no van. Quien sí que continúa acudiendo es Alfonso Guerra porque él se permite decir lo que quiere; y me parece bien. Así que en Rodiezmo lanzó un discurso de izquierdas diciendo más o menos lo que decimos las personas normales que estamos sufriendo como la política de derechas (la que hace el PSOE) nos está pasando por encima como una apisonadora.
Allí Guerra se refirió al poder de los mercados, a cómo los mercados han sustituido a la democracia en la toma de decisiones; se refirió a una democracia que ya no representa a la ciudadanía, de cómo lo que los poderosos quieren es reducir al máximo los derechos de los trabajadores etc. U n discurso que, por supuesto, el presidente del gobierno o sus ministros o candidatos jamás harían, al menos en público. En lo que dijo Guerra tenía toda la razón. Pero si eso es lo que piensa ¿por qué no vota que no a la reforma constitucional? ¿por qué no abandona su escaño? ¿Es que no hay absolutamente ninguna relación entre ocupar un puesto en el Congreso de los Diputados y participar en votaciones y en la aprobación y redacción de determinada legislación, y sus opiniones personales, completamente contrarias, al parecer, a dichas leyes?
Guerra tiene 71 años, una edad en la que todo el mundo está jubilado. Pero él sigue ahí sentado mientras critica la situación política de la que su partido es en parte responsable y además, renuncia a cambiarla o a intentar cambiarla con un voto negativo, o trabajando para reunir los votos que pudieran exigir que se celebrara un referéndum. Está claro que la ciudadanía nos hemos acostumbrado a que los diputados y diputadas no son más que peones sin voluntad propia al servicio de su empresa/partido porque de lo contrario no nos parecería normal la actitud de «estoy pero no estoy» de Guerra.
Ser diputado no debería ser calentar sin más el asiento y cobrar a fin de mes. ¿Es que ser diputado no tiene ninguna importancia? ¿Es que ser diputado consiste en decir a todo que sí? ¿Es que ser diputado y defender tus principios está reñido? Todos ellos y ellas son personas que tienen una responsabilidad con sus votantes antes que con su partido/empresa, y debemos exigírsela. Si no están de acuerdo que no lo cuenten en corrillos ni en discursos inútiles, que se muevan, que dimitan, que abandonen el partido, que voten en contra, que disientan. Tampoco vale ausentarse del hemiciclo para no votar, eso es una cobardía. Guerra, o los representantes de Izquierda Socialista son unos cobardes y que no crean que su dignidad ni sus principios han quedado a salvo sólo porque se han atrevido a hacer novillos. Esto es en serio, las niñerías no valen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario