RESPUESTAS AL ASUNTO DE LA LACTANCIA

Publicado en El Plural el 8 de octubre de 2011

Mi post sobre la lactancia materna ha generado polémica y una lectora me pide que responda a los comentarios que ha suscitado en la revista Pikara Magazine, donde fue publicado.  Los comentarios que se hacen a los post son muy útiles cuando no son enloquecidos ni insultantes, sino que realmente expresan opiniones porque permiten entablar una conversación sobre el asunto. Los más de 50 comentarios aparecidos en Pikara, más los hechos en Facebook  yo los resumiría en cuatro posturas. Me ha sorprendido ver cuántas mujeres han pasado por mi misma experiencia. Son muchas las que me dan las gracias por haber escrito este post, muchas las que me cuentan que sintieron lo mismo que yo y que pasaron por el mismo calvario. Creo que son mayoría las que dan cuenta de esta experiencia. Curioso (aunque no tanto, si lo pensamos) que siendo mayoría, o al menos siendo muchas las mujeres en esta situación estemos sin embargo tan silenciadas.

Luego estàn las mujeres que han dado de mamar. Estas se dividen a su vez en dos grupos. En primer lugar las que han dado de mamar gozosamente pero respetan absolutamente a las que no quieren dar de mamar. Esta posición no sólo la respeto, como no podía ser de otra manera, sino que en realidad considero que es mi isma posición: respeto a la libertad de cada una. Dentro del grupo de las que han dado de mamar están también las místicas que no respetan a las otras. Estas ven la lactancia no como lo que es sino casi como una experiencia religiosa. Uso la palabra «religiosa» con toda la intención porque tal como ellas lo describen no es sólo una experiencia gozosa y elegida (como podría ser el caso de las primeras) sino que la describen como más que gozosa,  espiritual (ni siquiera a veces parece que haya sido gozosa). Espiritual y casi obligatoria. Son las que más allá de defender su derecho a dar de mamar, critican a las que no queremos tal cosa y tratan de demostrar que la lactancia es intrínsecamente necesaria para la madre y el bebé y, por tanto, moralmente obligatoria. Para estas fundamentalistas las mujeres que no damos de mamar damos «pena». Hay varios correos en los que algunas mujeres manifiestan que yo les doy pena. Ya les digo que no sientan tal pena, en cuanto me quitaron la leche, el padre pudo darle a nuestro hijo el biberón,  yo pude dormir en paz y volver a la calle y al trabajo, fui la mujer más feliz del mundo.

Luego están los hombres. Los hombres, que ya sabemos que opinan de todo, se atreven a meterse en una discusión que atañe al cuerpo de las mujeres en exclusiva y que es imposible de compartir.  Respecto a las cuestiones que atañen en exclusiva a nuestros cuerpos, y la lactancia es una de ellas, la única posición que de los hombres  debería ser la de respetar lo que decidamos, pero ya sabemos que si eso fuera así viviríamos en otro mundo y no en este. Los hombres que opinan en Píkara lo hacen todos para defender la lactancia, así como también lo hace uno que opina sin cesar en este mismo blog. El libro de Elisabeth Badinter «la mujer y la madre» y mis propias investigaciones para un artículo más largo, me han hecho conocer más de la Liga de la Leche y del fundamentalismo prolactancia. Está fuertemente ligado al pensamiento antiabortista y al Tea Party antifeminista que ya ha llegado aquí.  Financia todo tipo de informes para «demostrar» la necesidad de la lactancia y se hace pasar en ocasiones por feminista, pero en realidad tiene como único objetivo devolver a las mujeres a su rol maternal a tiempo completo y exclusivo. Los hombres  que opinan en Píkara son los más informados, mucho más que las propias mujeres, está claro que se dedican a ello: conocen todos los datos, citan informes y artículos, nombres de especialistas etc.  Esta claro que son profesionales del asunto. No creo que ningún hombre corriente que no se dedique a expandir la ideología prolactancia se sepa de memoria los datos e informes que ahí se citan. Finalmente, como demuestran los comentarios en este mismo blog, esa ideología prolactancia fundamentalista es la misma que apoya que las mujeres no trabajen a tiempo completo, la pena de muerte y que está en contra del aborto. Es la ideología neoliberal en su faceta mas patriarcal.

Dicho esto, repito y espero que se me entienda, no sostengo que todas las mujeres que dan de mamar sean fundamentalistas de nada ni que apoyen ninguna ideología. No todas las mujeres somos iguales, no queremos las mismas cosas, no nos relacionamos igual con el mundo que nos rodea ni con nuestros cuerpos. En realidad, no todas somos madres ni queremos serlo. Incluso entre las que sí queremos serlo no todas entendemos la maternidad de la misma manera.  Dar de mamar es una posibilidad siempre abierta y puede ser maravilloso, gozoso y elegido; exactamente igual que no hacerlo. Esto no debería ser más que una elección libre, pero en la actualidad no lo es.

De entre todos los comentarios recibidos yo me quedo con el de una mujer que cuenta que su experiencia fue la siguiente: dio de mamar a su primera hija y fue maravilloso. Cuando tuvo a la segunda en cambio vivió la lactancia como una pesadilla y no quiso seguir haciéndolo. Esa mujer refleja las distintas maneras, posibilidades, elecciones de vida que las mujeres podemos hacer y estamos en nuestro derecho de hacer.

Y para terminar sí que quiero añadir una cuestión. La presión sobre las mujeres para que den de mamar aunque no quieran y para culpabilizarlas si no lo hacen es cierta, existe, y detrás de ella hay una ideología y  organizaciones mundiales que forman parte del pensamiento antiabortista y que gastan recursos en extender esta práctica. Y no porque defiendan a las mujeres allí donde las mujeres sí que tienen que ser defendidas, en África, por ejemplo. Sino que son auténticos thik-tank mundiales que se dedican a expandir un  pensamiento antifeminista y reaccionario que tiene como objetivo final devolver a las mujeres a sus casas y volver a poner a la familia patriarcal bajo la autoridad del padre. Con la lactancia les es especialmente fácil porque ahí pueden incluso hacerse pasar por feministas y encontrar aliadas inesperadas.


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