Publicado en El Plural el 20 de julio de 2011
75 años después del maldito alzamiento nacional, el Congreso de los Diputados es completamente incapaz de emitir una declaración institucional de condena del mismo, y de la dictadura casi eterna que padecimos como consecuencia de aquel. No es de recibo que el Presidente del Congreso de los diputados, el heredero de los presidentes anteriores y de los diputados asesinados, exiliados y represaliados por el franquismo, lea una declaración en la que iguala a víctimas y verdugos. Bono leyó una declaración inicua para las únicas víctimas: aquellos y aquellas que lucharon por la libertad y la democracia, y lo hizo con unas palabras del Presidente Manuel Azaña sacadas de contexto para apoyar una supuesta necesidad de reconciliación que a los perdedores de aquella guerra ya les impusieron a la fuerza. A estas alturas lo que hace falta no es reconciliación, ya pasó el tiempo de eso, no queda casi nadie vivo a quien culpar o a quien castigar, así que la reconciliación está de más. Los vencidos y sus herederos están de sobra reconciliados con sus vidas. Lo que ahora necesitan, lo que quieren y exigen y lo que es de justicia es que se reconozca que mientras que ellos dieron sus vidas por la libertad, la democracia y la justicia, los otros empuñaron las armas contra la libertad, la democracia y la justicia.
Pero he aquí que para el Presidente del Congreso todos son iguales, unos y otros, y así lo decía en su discurso: que como unos y otros murieron por sus ideales, todos merecen reconocimiento y perdón. Pues no, porque no son lo mismo unos ideales que otros. Decía Paul Preston el otro día en una entrevista que en España se pueden hacer afirmaciones respecto a la Guerra Civil que en otro país serían delito. Eso mismo está claro respecto a los ideales. Los “ideales” que defendía el llamado bando nacional hoy están proscritos en una democracia y muchos de ellos, efectivamente, son incluso un delito. Por el contrario, los ideales que defendían los republicanos son aquellos ideales que hoy son compartidos y valorados socialmente por casi todos menos por los añorantes del fascismo y de la dictadura. Por tanto, no es posible comparar a los que murieron por la libertad de todos con aquellos que murieron en una guerra provocada por ellos y que tenía el objetivo de acabar con las libertades y con la democracia.
Ya sé que Bono no es un añorante de la dictadura, pero un Presidente de un congreso democrático no puede en modo alguno igualar, o parecer que iguala, a los combatientes de uno y otro bando de aquella guerra. Es una afrenta de nuevo, otra más, a los que combatieron por la libertad, los que aún yacen en las cunetas y cuyos nombres no han sido reparados. Estoy, como mucha gente, harta de Bono. Y no sólo por esta enésima metedura de para sino por muchas de sus declaraciones y actuaciones en las que queda claro que representa a ese sector derechista que ha llevado al PSOE a su situación actual y de la que ahora parece que quiere salir. Espero que la renovación del PSOE acabe con la vida política de este señor, que se vuelva a su casa y que deje en paz a su propio partido y a sus sufridos votantes.
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