CARTA DE UNA LECTORA SOBRE LA LACTANCIA

Publicado en El Plural el 11 de diciembre de 2011


Como sabéis que el asunto de la lactancia materna es importante para mí, publico aquí un comentario de una lectora que ha hecho incluso una tesina sobre el asunto; una tesina que espero leer pronto. Yo también estoy escribiendo sobre el tema. 

Beatriz,
en primer lugar felicidades por tu artículo, que he vuelto a re-leer (lo hice en el momento de su publicación) porque lo he recordado hoy y me he lanzado a buscarlo. (http://www.pikaramagazine.com)
Durante un año he estado haciendo una investigación para el máster que acabo de cursar (Género y Políticas de Igualdad) sobre este tema. Mi tesina ha sido: “La lactancia: alimentación o identidad maternal. Aproximación a un malestar no escuchado”. Se trata de, tal y cómo expreso en el título, aproximarme a esos malestares que algunas mujeres han sentido desde la institución sanitaria y pública cuando decidían no dar de mamar. Son entrevistas personales a cinco mujer madres y a sus parejas porque también me interesaba saber qué límites e implicaciones asumían ellos en la alimentación.

Algunas entrevistadas daban el pecho y otras no. Todas ellas coincidían en la exclusión que puede sentir una mujer-madre que decide no dar de mamar cuando comienza el proceso médico. Entre las conclusiones a las que he llegado a partir de sus experiencias privadas, y que desde mi punto de vista tienen consecuencias públicas (lo privado es público), sociales y políticas, es que: los centros de salud (al menos el estudiado y por la teoría trabajada, crítica feminista, es algo generalizado porque siguen el protocolo recomendado desde la OMS) ejercen una tremenda presión social y moral para fomentar la lactancia de pecho. En ésta, la imagen es una poderosa herramienta, puesto que las plantas de maternidad de los hospitales están forradas (literalmente) de imágenes de mujeres madres dando de mamar, imágenes “tiernas” que invisibilizan: por un lado a las que no toman esa opción (porque no pueden o porque no quieren) y a las que la toman pero no la viven de una forma satisfactoria.

Ese mensaje que es promovido desde las instituciones públicas (que no olvidemos que pagamos tod@s, demos o no de mamar), esconde un mensaje implícito  la dicotomía entre una madre excelente (la que da de mamar, da lo mejor a su criatura: vínculo, ternura, psicoafectivdad, y también los mejores nutrientes) y las mujeres madres sin más, las que dan biberón.

Este discurso es heredado de la Ilustración, y responde a unos intereses concretos y es el esencialismo del cuerpo femenino y su naturalización, y con ella la reducción de jornadas, excedencias laborales, medias jornadas… y la vuelta a casa. También hay intereses detrás del biberón, no nos engañemos, farmacéuticos, de laboratorios, de un sistema capitalista que nos resta horas del tiempo de calidad…) pero a partir de tener toda la información es cuando debemos poder decidir qué es menos malo o qué se amolda más a nuestra situación actual, de recursos, de núcleo familiar, de experiencia personal,… en definitiva, algo que no se contempla desde la institución sanitaria porque se apela a un concepto homogéneo de madre en el que todas, todas sin excepción, y sin preguntarnos por nuestra experiencia particular, nos conviene dar pecho. Una maternidad guiada, intensiva y que, no nos confundamos, no mira por nosotras, sino por el bienestar del bebé siempre. En este sentido, si discrepamos parece que no deseemos tal bienestar.

La información nos hace libres, nos empodera, nos da autonomía. Cada mujer debería ser libre de decidir qué es mejor para ella y esto solo es posible si las instituciones sanitarias públicas contemplan que todas no somos iguales, que somos diferentes, que no somos la mujer, sino las mujeres.

Un abrazo y gracias por este artículo que tanto me inspiró en la investigación.

 

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