Publicado en El Plural el 30 de septiembre de 2009
La meta de la empresa capitalista es que todo el trabajadora, la trabajadora, todo él/ella sea plusvalía. Se explota el tiempo de trabajo pero ya no es suficiente; se explotan los cuerpos, las partes del cuerpo (úteros, óvulos, órganos…), se cambian los turnos de trabajo de manera que ya no haya propiamente días libres o tiempo libre porque todo el tiempo está finalmente en función de la empresa.
Los trabajadores de France Telecom eran antes de la privatización trabajadores de una empresa pública que no estaban sometidos a la voracidad empresarial a la manera de la empresa privada; Tenían trabajos decentes y tenían sus vidas. Pero todo eso cambió radicalmente con la privatización. Pero eso que les pasa a los trabajadores de France Telecom les pasa hace mucho y cada vez más a las trabajadoras/es de muchas otras empresas, como por ejemplo los que dependen de las grandes cadenas de alimentación. Me lo decía el otro día la cajera del supermercado, que aun respetando la empresa la literalidad de la ley (por ahora no les queda otra) les rotan los turnos cada semana de manera que la persona en cuestión no pueda tener otro proyecto de vida que el trabajo que le ofrece la empresa y después descansar para poder volver al trabajo. En teoría un/a trabajador/a rinde lo mismo a una hora que otra, pero la empresa quiere impedir a toda costa que estas personas desarrollen proyectos de vida propios ajenos a los intereses empresariales. Añadía la cajera: “vivimos para trabajar. Aquí no hay otra vida”.
El suicidio, así, es la última forma de resistencia. Antes que entregar la vida entera a la empresa, algunos se matan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario