Publicado el 7 de abril de 2011
Vuelvo de la manifestación que ha ocupado completamente la calle Atocha esta tarde de jueves. Al principio parecía que habría poca gente y nos preguntábamos: «Grecia se echó a la calle, Francia e Inglaterra se echaron a la calle, Portugal congregó a más de medio millón de personas la semana pasada, ¿por qué en España no pasa nada?». Es una pregunta que habrá que ir contestando, pero lo cierto es que enseguida vi que estaba equivocada, porque ha ido mucha gente, muchos jóvenes, más de los que esperábamos.
Al llegar a casa veo que El País dice que 1000 personas, El Mundo 3000 y en la televisión he oído que 4000. En la ser hablan de 5000 personas. No es multitudinaria, no es como la de Lisboa o Londres, no todavía. Pero sí había mucha gente. La calle estába llena y no convocaba ningún partido ni sindicato, tampoco se había hecho una enorme difusión. Mi sensación es la de que algo se mueve por fin. Lentamente, muy lentamente, pero algo se mueve.
Mientras escucho los lemas y leo las pancartas pienso que nunca pensé que tendría que ir a una manifestación en la que se piden cosas como trabajo, vivienda, derecho a una pensión. Los jóvenes que estaban hoy en la calle tienen conciencia de que les han robado y tienen razón. No tienen trabajo, no lo van a tener en mucho tiempo, no tienen casa ni la van a tener y no cobrarán una pensión digna porque no tienen trabajo. Puede que terminen, ellos y nosotros también, pagando por la atención sanitaria, que conquistamos como derecho hace décadas o como la educación de nuestros hijos. Puede que nos veamos obligados a apostar nuestras opciones de jubilación, de cobrar una pensión, a la ruleta de la banca, de esa misma banca que ya ha demostrado que es irresponsable, codiciosa y ladrona. Esa misma banca a la que el único mensaje que se le ha lanzado es el de que no pasa nada, que el estado se encarga de las deudas, que pueden volver a hacerlo porque no se ha tomado ninguna medida para evitarlo; la penalización no ha sido para ellos. El dinero de la sanidad, de la educación, del paro, de las pensiones, de las ayudas sociales, de las ayudas a los más débiles, ese dinero se lo han entregado, literalmente, a los bancos para que paguen sus desmanes y para que unos cuantos sigan cobrando sus millonarios sueldos. Es así de simple, así de sangrante, no requiere de complicados análisis económicos.
Los jóvenes de la manifestación gritaban contra el PSOE, que ha traicionado a sus votantes, que ha traicionado su propio pasado y sus principios. La rabia contra los políticos tradicionales era evidente, los lemas pidiendo que no se les vote se repetían. Espero que esta manifestación sea el principio de algo. Hay mucho movimiento, hay un enorme malestar, hay muchas iniciativas que no acaban de concretarse. Las personas de izquierdas tenemos la responsabilidad de ser capaces de superar viejos sectarismos y ponernos a la tarea de reconquistar la democracia y nuestros derechos.No nos representan, sólo se representan a sí mismos y al poder financiero.
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